miércoles, 25 de enero de 2012

Tablón de tuenti del día 27 de noviembre del 2011

A veces el tiempo nos juega alguna que otra mala pasada, ¿verdad? Bueno, me refiero básicamente a ese momento en el que giras la cabeza hacia atrás, dándole la espalda a tu vida de mierda (que, en realidad, no es más mierda que la del resto) y te das cuenta de que probablemente muchas cosas han cambiado. Y te extrañas, porque tú eres de esa clase de personas que no creen que la gente pueda cambiar, que si eres un cabrón seguirás siéndolo hasta el fin de tus días por mucho que trates de esconderlo... que eres cínico, de pensamientos que crees solitarios (podría decirse que hasta te crees raro. Weird, my friend), un pobre incomprendido.
Y es gracioso porque tú no te apiadas de nadie, porque nadie se apiada de ti y si tiran de la cuerda la sueltas, porque ya tienes suficiente con tus problemas de vida de mierda como para que uno de esos narcisistas que tratan de llamar la atención a base de pena te toque los huevos. Pero a pesar de eso aguantas mucho. Y te quedas ahí. Y la gente te critica porque no saben lo que llevas dentro. Porque llamar la atención de esa manera nunca fue lo tuyo ¿sabes? y porque sabes que al resto les importa una mierda lo que lleves a cuestas, a la espalda, porque si te preguntan es, simplemente, porque quieren pensar que su vida de mierda no es tan mierda comparada con la tuya y que 'ay, pobrecita', 'ay, a mi ya no me cae tan mal', 'ay, es que he descubierto que resulta que tiene corazón y que está hasta los huevos de su vida de mierda en este mundo de mierda, rodeada de gente hipócrita ( nunca lo es más que uno mismo) que da asco'. Ay, pobrecita, vamos, sí, pobrecita porque ahora ya sé que tiene ganas de tirarse por la ventana.
Tú y yo y todos nosotros, hipócritas, cínicos, raros, pobres incomprendidos hemos conseguido mirar hacia atrás por un momento, apartar la vista de nuestro ombligo (que, al parecer de los demás es lo único que nos importa) y hemos visto, has visto, he visto que qué razón tenía mi madre cuando me dijo que esta puta vida se aprende a palos y que, si no te los has dado, es que no has vivido una mierda.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Autobiografía, Joaquín Sabina.

A los 14, parece que fue ayer, el rey Melchor se lo hizo bien conmigo y me trajo por fin una guitarra. Aquel adolescente ensimismado que era yo, con granos y complejos, en lugar de empollar física y química, mataba las horas rimando en un cuaderno a rayas, versos de odio contra el mundo y los espejos. El mundo, lejos de sentirse aludido, seguía girando, que es lo suyo, desdeñoso, sin importarle un carajo mi existencia. Y los espejos, cabrones, en vez de consolarme con mentiras más o menos piadosas, me sostenían cruelmente la mirada.

Vivía en un sitio que se llamaba Úbeda. Algunas noches, mientras mis padres dormían, me daban las 10 y las 11 y las 12 y la 1 practicando con sordina en mi flamante guitarra los acorde de 'Blanca y radiante va la novia' o iniciándome en el furtivo y noble arte de la masturbación o suspirando por mi vecina, una rubia de bote que suspiraba por un idiota moreno que tenía una bici de carreras y jugaba al baloncesto. Solo se me ocurría tres maneras de atraer su atención: triunfar en el toreo, atracar un banco o suicidarme. Lo malo, era que las tres exigían una dosis de valor que yo, ay de mí, no poseía. Yo poseía mi cuaderno a rayas, cada vez más lleno de ripios contra el mundo, mi guitarra cada vez más desafinada y un plano del paraíso que resultó ser falso, y la vida previsible y anodina como una tarde de lluvia en blanco y negro.

Pero en la pantalla del ideal cinema, cuando no daba una de romanos, el viento golfo de Manhattan, le subía la falda a Marylin y era domingo y no había clase y los niños de provincias soñábamos despiertos y en tecnicolor con pájaros que volaban y se comían el mundo. Y el mundo que querían comerse los pájaros que anidaban en mi cabeza, pongamos que se llamaban Madrid.

Así que un día me subí sin billete de vuelta, al vagón de tercera de uno de aquellos sucios trenes que iban hacia el norte, me apeé en la estación de Atocha y aprendí, que las malas compañías no son tan malas y que se puede crecer al revés de los adultos, y supe al fin a qué saben los aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza y lo que queda después de  os aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza. Tal vez por eso mis canciones quieran ser un mapa mundi del deseo, un inventario de la duda, siete crisantemos con espinas.

Y cuando las cartas vienen malas, y amenaza tormenta, y los dioses se ponen intratables y los hoteles no son dulces, y todas las calles se llaman Melancolía, todavía fantaseo con debutar significadores o con desvanijar sucursales de Banesto o con probar mi suerte a la ruleta rusa, pero ahora, en lugar de tirarme en las ventas de espontáneo o del gemir de una carta póstuma a Garzón o de ahorrar para una Smith and Wilson del especial, escribo en tecnicolor la cnción de las noches perdidas, para vengarme de tantas tardes de lluvia en blanco y negro, de tantos hombres de traje gris, de tantas rubias de bote que se van con idiotas morenos que juegan al baloncesto, de tantas bocas adorables que nunca fueron mías, que nunca serán mías.

Aquellos granos que trajeron estas cicatrices y aquellos Minuras que nunca toreé y me cosieron a cornadas el alma. Pero no me quejo, tengo amigos y memoria y risas y trenes y bares y una mala salud de hierro y un puñado de canciones recién salidas del horno que me tienen, dejadme que os lo cuente, orgulloso como un padre primerizo que babea.

Y de cuando en cuando, una rubia de bote me tira un beso desde el público aprovechando un despiste de su novio, ese idiota moreno que juega al baloncesto.

¿Que a qué viene todo esto? Pues a que anochece y está lloviendo y los periódicos hablan de elecciones y yo no sabía cómo hablaros de esta boca que es, desde ahora y para siempre, más vuestra ya que mía.

Siempre he amado a Joaquín Sabina.

Ex que decepcionan más si cabe.

Resulta que ha estado con esa chica y sé, bueno, estoy casi segura de que no se siente satisfecho. De que en parte me dejó por ella y ahora que lo ha conseguido se ha dado cuenta de que en realidad no era lo que quería. Y yo me reiría de él, pero es demasiado fácil. Los hecho hablan por sí solos y no puedo decir nada más que que me da pena. Y eso último no solo por su cagada, sino porque además ha renunciado a todo en lo que creía por una imagen, por estar en un ambiente de gente que se supone que 'es guay' y mola. Y eso resulta aún más penoso. Por lo que en parte he llegado a la conclusión de que él no es la persona que creía y que ha hecho lo que creía que quería hacer..pero que simplemente está perdido con su vida y no tiene ni idea de qué hace con ella.

Por lo menos yo sé que no voy a renunciar a nada por lo que soy. Simplemente.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Vale, me acabo de enterar de que está con otra. Voy a ir asuicidarme un rato.

Hola, ¿qué tal? Mi vida es mierda.

Acaba de dejarme mi novio. Ese que decía que no sabía si quería. Pues ese. Después de tanto tiempo y de tener la certeza de que le quiero me deja.

No voy a poner los detalles de la ruptura y de todo lo que ha pasado porque me duele demasiado recordarlo...y ni si quiera creo que sirva para nada.

Lo único que me queda ahora es intentar salvar mi vida de este 'avismo' de nada que me parece tener. Necesito ocupar mi vida. Ya sabéis, quitar un vicio con otro. Había pensado la cocina, ya ves, e intentar hacer un blog...pero no sé si estoy demasiado cansada o qué.

Simplemente creo que ahora mismo me encantaría dejar de existir. Y ya está.

domingo, 3 de julio de 2011

Angustiosidades. Buen comienzo, ¿no?

Bien, queridos, tengo un maravilloso reto para vosotros: Intentad adivinar qué coño me pasa. Tengo prácticamente todo lo que podría querer. Vacaciones, una familia que se preocupa por mi, una pareja a la que creo que quiero (os recuerdo que tengo 15 años) y algo a lo que quiero dedicar mi vida: La poesía. ¿El PROBLEMA?
1-Tengo unas vacaciones que como si no estuvieran porque me paso el día evadida sin hacer nada y ésa no era mi idea de verano loco de quinceañera hormonada que tenía en mente a los 10 años.
2-Mi familia es sobreprotectora. No me deja hacer nada y me asfixia y por ello estoy desaprovechando los mejores años de mi vida haciendo NADA porque es lo que ellos quieren y les hace felices. :D
3-El problema es ese 'creo', me siento bien cuando estoy con él y sé que le tengo mucho cariño y voy a perder mi virginidad con él en breves porque sé que me respeta y esperaría lo que fuera. Pero creo que no siento esa pasión, esas ganas de hacer locuras, de sentirme viva y libre junto a él. Pero sí que sé que no me importaría pasar el resto de mi vida compartiendo cama, baño, pizza y mi vida en definitiva, con él.
4-Me resulta extraño decir que en cuanto más siento que me engrandezco con la poesía, que consigo lo que quiero, lo que siempre quise (expresarme bien y transmitir sentimientos) más me hundo y más miserable me siento. Creo que no llego a la gente, que no sirve de nada todo el esfuerzo, que, simplemente, no sirvo para hacer algo por lo que estoy dispuesta a dar mi vida entera ¿sabes?...y sé que si tiene que desaparecer lo hará, pero me va a doler como nunca porque jamás he sentido nada así por alguna otra cosa.